EDUCACIÓN EN VALORES Y ADOPCIÓN ANIMAL

12.12.2018

REFLEXIONANDO...

Parece existir un consenso general de lo que entendemos por valor hasta que profundizamos en sus características definitorias. Son muchos los estudios y las investigaciones que intentan acotar dicho concepto con el fin de conceptualizar el término de un modo inequívoco. Lara Guardia y García (2014) afirman que el concepto de valor "es el referente al grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite". Mora (1995; en Lara Guardia y García, 2014) relaciona los valores con las convicciones humanas de lo que se considera beneficioso. Barreto (2012; en Lara Guardia y García, 2014) los considera "el conjunto de cualidades que hacen interesante y apreciable a una persona u objeto". González Lucini (1990; en Payá Sánchez, 2000) los define como "proyectos globales de existencia que se instrumentalizan en el comportamiento individual, a través de la vivencia de unas actitudes y del cumplimiento, consciente y asumido, de unas normas o pautas de conducta".

Centrándonos en los valores promovidos en los contextos de enseñanza, cabe señalar el estudio realizado por Casado y Sánchez (1999; en Lara Guardia y García, 2014) que pone de manifiesto que los valores más importantes para el alumnado son los valores de tipo afectivo, ecológico, ético, individual, corporal y social.


Actualmente la educación basada en valores en los centros educativos posee gran importancia, ya que se considera que actúa como un agente motivador intrínseco del alumnado a la vez que promueve la creación de una sociedad realmente democrática (Lara Guardia y García, 2014). Pero... ¿existe realmente la necesidad de trabajar estos valores en el contexto educativo?

Touriñan (2008) señala la necesidad inexorable de la Educación en Valores, para promover la capacidad de orientación y aprendizaje de elección en el proyecto de vida; y determina la educación en sí misma como un valor que desarrolla valores.

La Educación en Valores es uno de los aspectos que ha generado más controversia en la creación de las sucesivas reformas educativas en nuestro país. Obviando la amplia reflexión de la necesidad de un pacto educativo de Estado para evitar que el perfil ideológico del Gobierno influya tan decisivamente en la Educación (Lara Guardia y García, 2014), es indiscutible la necesidad de que la Educación trascienda de la mera instrucción o formación del alumnado al proceso integral y transformador de las personas. Así, los valores que sustentan la concepción de la Educación se establecen como claves para la transformación de la sociedad y la creación de una base firme para el desarrollo de un compromiso de voluntades por parte del alumnado, destinadas a la mejora del proyecto de vida. Por esta misma razón "la educación, cuando es verdadera educación, es Educación en Valores" (Sánchez, 2000).

Irremediablemente, y con el fin de contextualizar la Educación en Valores dentro del ámbito educativo en nuestro país, debemos hacer alusión a los cambios generados a raíz de la entrada en vigor de la Ley Orgánica 8/2013 de 9 de diciembre, para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE).

Por un lado, dicha ley relata en el Preámbulo XIV que uno de los principios básicos de nuestro sistema educativo es "la transmisión y puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como que ayuden a superar cualquier tipo de discriminación" (LOMCE, 8/2013, de 9 de diciembre); considerando este principio la base para la preparación de la ciudadanía y punto de partida para la participación activa en la vida económica, social y cultural. Por otro lado, la LOMCE determina la aplicación de la "Educación en Valores" de forma transversal "al incorporar la educación cívica y constitucional a todas las asignaturas durante la educación básica" (LOMCE, 8/2013, de 9 de diciembre).

Centrándonos en la Educación Secundaria Obligatoria (E.S.O.) resulta llamativo la eliminación por parte de la actual ley, de la polémica asignatura "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos" de 2º o 3º de la E.S.O. y de la "Educación Ético-Cívica" de 4º de la E.S.O. por una materia específica de opción, alternativa a la asignatura de Religión. Quizás, tras conocerse las debilidades de los transversales dentro de nuestro sistema educativo, no parece ser una buena opción presentar la asignatura optativa "Valores éticos" como vehículo de transmisión de unos valores tan necesarios en la vida de todas las personas de nuestra sociedad actual.



Sin embargo, a pesar de los límites establecidos, los y las profesionales que se dedican a la educación se deben a la responsabilidad del cambio, evitando el concepto de "depositación" de contenidos en el educando, formando a personas críticas para la transformación de las estructuras sociales y desarrollando la dimensión humana en toda su amplitud y riqueza. Pero resulta imposible pensar en esa "Educación de cambio" sin la presencia de valores.

Parece evidente la necesidad de abordar firmemente y con convicción la Educación en Valores en los contextos educativos, prestando especial atención al conjunto de valores mínimos que recoge la ley y que sientan las bases de la vida en sociedad. Tal y como se indica en el ámbito legislativo, el sistema educativo tiene la obligación de promover de manera "transversal":

El aprendizaje de la prevención y resolución pacífica de conflictos en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, así como de los valores que sustentan la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político, la paz, la democracia, el respeto a los derechos humanos, el respeto por igual a los hombres y a las mujeres, y a las personas con discapacidad, y el rechazo de la violencia terrorista, la pluralidad, el respeto al Estado de derecho, el respeto y la consideración a las víctimas del terrorismo, y la prevención del terrorismo y de cualquier tipo de violencia (Decreto 86/2015, de 25 de junio, p. 25442).

Todos los valores y declaraciones de intenciones mencionadas anteriormente no sólo deberían enfocarse hacia el ser humano como sociedad única. Frecuentemente abordamos las carencias de nuestra sociedad de una manera egocéntrica y egoísta, obviando las necesidades en relación con los animales. Apartamos la mirada, no dándonos cuenta de que formamos parte de la naturaleza, de un ecosistema.


Tal y como afirmaba Gandhi (s.f.;en Carrera, 2016) "la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que trata a sus animales". Sin embargo, solo hacer falta salir a la calle y mirar a nuestro alrededor. El último estudio de la Fundación Affinity revela que en el año 2017 fueron recogidos por protectoras más de 138.000 perros/as y gatas/os (33.473 gatos/as y 104.834 perras/os), evidenciando un grave problema de nuestra sociedad. Aunque la problemática no solo queda en el abandono. Es una obviedad la realidad que plasma Carrera (2016), que determina que "encontramos muchas formas de ejercer el abuso: desde el trato negligente al no proveer la satisfacción de las necesidades más básicas del animal, hasta la más brutal violencia física que nos hace dudar de la esencia de la naturaleza humana".


Resulta llamativo, que esta realidad tan necesaria de transformación no aparezca como un contenido firme en el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria. Por supuesto, a sabiendas de que la verdadera educación es la que humaniza, la que promueve una conciencia crítica y favorece el cambio de la realidad: la Educación en Valores.

Tal y como indica Carrera (2016), no solo debe existir un cambio por la esencia natural del ser humano, que está obligado a condenar el abandono y el maltrato animal; sino que son muchos los beneficios que nos aporta la socialización y el amor a los animales a lo largo del ciclo vital (especialmente en la infancia y adolescencia): aprendizaje en empatía, desarrollo de la capacidad comunicativa y relacional, desarrollo de la capacidad de recibir y proporcionar afecto, fomento de la responsabilidad, Educación en Valores como el respeto y la tolerancia, conocimiento de procesos naturales como la reproducción y la muerte, reducción de los niveles de ansiedad y estrés y en general la mejora de la calidad de vida.

En definitiva, está en las manos de la docencia actual realizar una transformación del mundo, promoviendo de manera activa y en todos los ámbitos del contexto educativo la transmisión de valores mínimos que se asienten en la igualdad y tolerancia a la diversidad llegando a alcanzar la llamada "Paz Positiva", superando las realidades perversas y dotando al alumnado de las capacidades y recursos para llevar a cabo el proyecto más importante: una vida personal y social plena, digna y satisfactoria.


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

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Carrión, E. & Roblizo, M. J. (2015). Aprendizaje de valores mediado tecnológicamente en educación secundaria: una pedagogía dialógica mediante el uso didáctico del cine y las tecnologías de la información. EDUTEC: Revista Electrónica de Tecnología Educativa, (54). doi: https://doi.org/10.21556/edutec.2015.54.583

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Touriñan López, J.M. (2008). Educación en valores, educación intercultural y formación para la convivencia pacífica. A Coruña: Netbiblo.

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